Yo, Robin Hood
Era la fiesta del cumpleaños de los doce años de nuestra amiga Flora, y miramos la película de Robin Hood con Kevin Costner. Nadie se recuerda de esta película hoy, y creo que fue la última película clásica con el personaje. El Robin Hood del cine hoy es más un superhéroe que un ladrón que roba a los ricos para donar a los pobres.
Yo conocía Robin Hood antes de mis amigos. Había leído un libro que mi abuelita Eva me regaló. No sabía todavía que Robin Hood no tiene una sola versión oficial, y que es una leyenda del dominio público contada y recontada muchas veces.
Me gustaron tanto el libro de la película que pregunté a abuelita Eva si podía hacerme una disfraz de Robin Hood. Ella, como siempre, tomó eso como su misión. Era siempre así cuando yo le pido una disfraz. En las fiestas de disfraces yo siempre tenía una disfraz exclusivo—Charles Chaplin, The Flash, Gasparín, Neo de Matrix…
Abuelita Eva tomó mis medidas, compró una tela verde, y se puso a trabajar. Era una costurera de profesión, pero yo tenía prioridad sobre sus otros clientes. Al final del día estaba listo, pero algo faltaba: la pluma del sombrero! Pero, abuelita Eva tenía un plan. La próxima mañana, fui a la casa de una amiga que tenía gallinas. Seleccionó una pluma grande y llamativa e la puso en el sombrero.
“Una última cosa!” Ella me dijo y me mostró algo especial: un arco y flecha de plástico! Las puntas de las flechas eran ventosas, ¡pero eso no era un problema! ¡Yo era Robin Hood, el príncipe de los ladrones!
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